Cyberceci in Vancouverland

What am I still doing here? Read and find out...

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Location: Vancouver, British Columbia, Canada

I studied Journalism in Chile and have a Master of Journalism at The University of British Columbia (UBC), Canada. My dream? To be the first correspondent on the moon, where I plan to go as soon as I can.

Wednesday, August 31, 2005

Jugando a ser invisible


A partir de hoy y hasta mediados de la próxima semana, cumplo mi más acariciada fantasía infantil: me vuelvo invisible. Bueno, en nuestra sociedad hiper-requete-contra-conectada el pasar cinco días en una ciudad donde nadie te conoce, sin teléfono, ni acceso a e-mail casi, casi equivale a ser invisible. Quizás no podré, como en mis fantasías, escuchar qué opina realmente la gente sobre una materia (o de mí) una vez que no estoy presente, pero –sin duda- el estar desconectada de verdad después de tanto tiempo, presiones, tres y cuatro trabajos paralelos y mil cosas más, valdrá la pena.

Wednesday, August 24, 2005

No olvidar… Por favor


Algunas cosas que muchos deberíamos tener siempre en cuenta:

• Que no vale la pena discutir ni pelearse con la familia por teléfono (menos si hablas con ellos una vez a la semana y no los ves hace tres años).

• Que en el momento que te da por entrar al MSN o hacer un llamado personal en tus horas de trabajo es FIJO que entra tu jefe y te sorprende in fraganti.

• Que las mesas de los restaurantes en Canadá también cojean.

• Y que las manchas producto de las cosas que aterrizaron en tu vestido favorito a raíz de la mesa coja no salen.

• Que el consejo sentimental más útil es el que no te dan.

• Que el “Never drink and dial” aunque te piquen los dedos, debería ser uno de los mandamientos de la Biblia.

• Y que talvez, el Never Drink and Post debería ser otro.

Tuesday, August 16, 2005

Todavía tiemblo

Parecía que iba a ser una mañana más de tantas. Abrir un ojo al sonar el despertador, sólo para volver a cerrarlo y prometerme “cinco minutitos más,” que generalmente terminan siendo diez o quince, como hoy. Luego, correr a la ducha, vestirme con lo primero que salga de los cajones, disfrazar las ojeras un poco y ¡a correr que se me va el bus! Pero el grueso paquete amarillo que estaba en la puerta me detuvo en seco. “Canadian Consulate General in Seattle” alcancé a leer en el remitente y lo recogí.

Volví a mi cuarto de inmediato, cerré la puerta con llave y ahí me quedé, sentada en la cama, con las manos temblorosas y el sobre cerrado. Creo que permanecí así unos 3 minutos. Quería disfrutar de la idea de que la esperada correspondencia pudiera contener mi Visa de Trabajo aprobada y, por ende, la solución a varios de mis problemas, antes de enfrentar la realidad y ver el verdadero contenido de ese sobre sospechosamente pesado. Pero un vistazo al reloj me recordó que ya debería haber estado en la oficina, así es que procedí a abrirlo.

Tuve que leer la carta varias veces para convencerme de que decía lo que decía.

Y sí.

Lo decía.

Se terminó la pesadilla.

Legal y por un buen tiempo más:

Cyberceci se queda en Vancouverland

Saturday, August 13, 2005

Y hoy ya son Tres

Hace tres años, tras más de 27 horas de vuelo (producto de haber utilizado las millas acumuladas en lugar de comprar un pasaje), un par de maletas, la cabeza llena de preguntas e ilusiones y una actitud increíble y absolutamente relajada, dispuesta a abrazar lo que viniese, aterricé en Vancouver.

Una niña en cuerpo de mujer. Una historia que tenía el prólogo listo, pero que tomaría rumbos insospechados. Una esperanza que fue creciendo y otra que murió poco a poco. Una luna llena enorme, color oro y una cálida noche de verano que me dieron la bienvenida. Todo eso quedó marcado con fuego en mi memoria. Tenía dinero sólo para un año, pero no me importaba. Quería estar acá, probar, vivir. Si era mi destino quedarme, pensé, llegarían las becas, los trabajos o lo que fuera, que me permitirían terminar el Master. Si no, un año fuera, viviendo sola por primera vez (¡por fin! dirían algunos) era recompensa suficiente.

Nunca pensé que me quedaría tanto. Nunca creí que podría estar sin ver a mi familia y amigos en todo este tiempo. Muchas de las cosas que nunca imaginé me pasaron y las que sí imaginé quedaron ahí, en el camino o en el baúl de los sueños. Todo ha valido la pena. Y ahora me pregunto si he cambiado. Si cuando vuelva a ver a mi gente me notarán extraña o yo a ellos. Si los amigos (salvo dos o tres que sé estarán siempre ahí) seguirán siendo amigos después de tanto tiempo. Algunos seres queridos ya no estarán. Tampoco unos cuantos vecinos, a quien este Agosto decidió tomarlos por las alas y hacerlos volar hacia algún lugar que espero que exista. A los que quedan, ni siquiera sé aún cuando los veré. Lo que sí sé es que, con todo, han sido los tres mejores años de mi vida.

Friday, August 12, 2005

Gracias, pero no gracias


Algunas frases útiles para aprender a practicar “canadiensismo” a la hora de rechazar invitaciones.

1) ¿Este fin de semana? Gracias, pero no puedo.
2) Tendré que pasar por esta vez.
3) Justo quedé de juntarme con una amiga (o) a quién no veo hace tiempo.
4) Te daría mi número, pero ¿para qué? Si nunca estoy en casa.
5) Estoy súper ocupada con el lanzamiento del sitio Web.
6) Gracias, pero estoy cansada. Me estoy poniendo vieja. Tal vez en otra oportunidad.
7) ¡Uy, ya ví esa película!
8) Esteeeeeee … esa también.
9) No voy a estar en la ciudad.
10) Tengo que trabajar hasta tarde/este fin de semana.
11) No puedo moverme porque estoy esperando un llamado muy importante.

Se agradecen aportes.

Wednesday, August 03, 2005

Un, dos, tres… La misma historia otra vez


Como Phil Conors, el protagonista de la memorable película Groundhog Day (El Día de la Marmota) interpretado por Bill Murray, me he sentido todo este mes. Es que últimamente cada día es igual. Sé lo que me espera y, por más que trato de que las cosas cambien, no lo logro. No importa el escenario, la obra parece ser la misma, salvo detalles mínimos. Lo bueno es que al menos estoy aprendiendo en el proceso y lo que antes me dejaba mal por días o meses, ahora dura sólo horas. Sin embargo, no quiero más despedidas. Y ya hasta odio los aeropuertos. No quiero más lágrimas derramadas con una mezcla de alegría por lo bueno que espera al que se va y de desgarradora tristeza de saber que existe un 0,000001% de posibilidades de volver a ver a esa persona. No, no quiero volver a darme cuenta que “eso fue todo”. The End. Colorín Colorado. Un nombre más en mi lista de seres maravillosos con los cuales habría querido pasar más tardes en la playa, compartir más películas, disfrutar más cafés bien conversados y, en fin, tenerlas en mi vida, se va, se fue. Adiós.
Que pase el siguiente.

Y deambulan por este blog:

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