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Así se llama uno de los
concursos más populares del programa radial que escucho en las mañanas, luego de las noticias. Se trata del mismo programa donde están tratando de encontrarle pareja al “Hot Guy” (ver candidatas
aquí) y, por lo visto, mi única fuente de inspiración en lo que va de noviembre.
En ese concurso, dos auditores -una mujer y un hombre- son sometidos a un cuestionario por parte de la pareja de locutores. El hombre (
Matt) hace las preguntas a las mujeres y la locutora (
Drew), a los hombres. La idea es tratar de que el sexo opuesto pierda.
Pues esta mañana me bajó una casi crisis de identidad, tras descubrir que -de todas las preguntas que hicieron a ambos concursantes- las únicas cuyas respuestas sabía sin que me cupiera ninguna duda, eran las que supuestamente sólo los hombres contestarían correctamente:
Matt: A ver, señorita, díganos cuál de las siguientes cervezas no tiene una versión light: Corona, Kokanee o Heineken
Yo: (En menos de un segundo) ¡Heineken!
Concursante: …………eee….. este…. ¿Corona?
Matt: Incorrecta la respuesta. Heineken no tiene versión light
Drew: Esa pregunta estaba muy difícil. A ver si los hombres lo hacen mejor. A ver, ¿qué actriz aparece en la portada de la revista Vanity Fair este mes?
Yo: … ¿?
Concursante: ………… ¿Paris Hilton?
Drew: No. Ella estaba en la de octubre. La respuesta correcta es Kate Moss ¡Estamos empatados!
Matt: Hablando de Portadas ¿Qué tema trae la revista Time esta semana?
Yo: (En menos de un segundo) ¡Los inventos más sorprendentes del 2005, empezando por Snuppy, el primer perro clonado!
Concursante: La verdad, no leo revistas dedicadas a la política.
Yo: ¡¡¡¿Política?!!!
Matt: ¿A la política? Je, je… Punto para los hombres.
Drew: ¿Cuál de las siguientes compañías también hace zapatos? Givenchy, Revlon o Shiseido.
Yo: ¿?
Concursante: ¿Givenchy?
Drew: Lamentablemente la respuesta es correcta. Otro punto para los hombres. ¡De seguro que esta respuesta te la soplaron!
Matt: A ver, esta pregunta define todo. En el ámbito económico más de alguna vez habrás escuchado hablar del organismo estadounidense SEC. ¿Qué representa esa sigla?
Yo: ¡Securities and Exchange Commission!
Concursante: ¿Qué representa?
Matt: O sea, qué significa.
Concursante: ….
Y así podría seguir eternamente, transcribiendo el concurso completo, pero basta con decir que de las seis preguntas que contestó cada concursante, me supe todas las respuestas que supuestamente “sólo un hombre” sabría responder y sólo una extraída del mundo “femenino” (nombrar tres marcas de detergente…Patético, pero cierto).
Más allá de sentirme enojada por los permanentes e imborrables estereotipos sociales asociados a cada sexo, especialmente al femenino, este episodio me hizo recordar varias cosas.
Primero, mi rol de consejera sentimental. Recordé cómo mis amigas en Chile siempre me pedían consejo en materia sentimental porque, según ellas, pensaba “como hombre.” ¿Y qué significa eso? Según ellas, que soy fría al hacer análisis y siempre antepongo la cabeza al corazón. Sea eso verdad o no, da lo mismo. Lo que me intriga es constatar que el ser así se considere propio de los hombres, como si el sentir o el amar en forma irracional fuera prerrogativa de las féminas, cosa que NO lo es.
También recordé mi infancia, cuando mis padres me cortaban el pelo bien cortito y, más frecuentemente de lo que hubiese querido, alguien se acercaba y decía: ¡Pero qué lindo el niñito! A lo que, según mi mamá, yo respondía en forma indignada y con ambas manos en la cintura: ¡
Soy niñita, que no ve que tengo aditos (aritos)! Pero, ni por eso, cambiaba mis cómodos jeans por los no tan cómodos vestidos que mi hermana sí se ponía encantada.
Con igual claridad recordé otros ocasiones, en las cuales me sorprendí disfrutando muchísimo más de “actividades para hombres” (gritando a todo pulmón palabrotas en el estadio contra el “árbitro saquero,” instalando programas nuevos en mi computador, leyendo las propuestas políticas de los candidatos presidenciales), en lugar de estar haciendo “cosas de mujeres” (horneando un queque, bordando y todos los estereotipos que se les vengan a la mente).
¿Hasta cuándo seguiremos viviendo bajo la influencia de parámetros tan ridículos? ¿Llegaremos alguna vez a aceptar que hombres y mujeres somos, primero, seres humanos y, luego, sujetos con cualidades diferentes? ¿Podremos algún día dejar de centrarnos en las cualidades negativas de ambos sexos y celebrar, en cambio, los aspectos positivos?
¡Quién sabe! Lo único cierto es que esperaré a que eso suceda mientras paso la pena que me provocó el haberme enterado que la “U” de mis amores no clasificó para la Copa Libertadores 2006, con una Heineken bien heladita.