Ni Dulce ni Polite
Dulce. Ese el adjetivo que más seguido usan mis compañeros de curso, vecinos, familiares y amigos cuando, por algún motivo u otro, tienen que (o deciden) describirme. Dulce, sí, pero yo diría que de un dulzor mutante. Una dulzura que puede ir desde lo agridulce hasta lo absolutamente empalagoso, al punto que ni yo misma me soporto.
Pero los canadienses me ganaron…y me cansaron también. Es que hasta el dulce más exquisito puede resultar repugnante si se te pasa la mano. O sea, ¿quién, pero QUIEN, aparte de los canadienses mismos, puede osar desearte un “Happy Monday”? Esa es la incoherencia más grande que he escuchado en mi vida. ¿Cómo pueden utilizar dos palabras que son mutuamente excluyentes? “Feliz lunes,” ja! Sólo si fuera un lunes feriado o un lunes de vacaciones, pero ni aún así, porque sabría que se trata de una ilusión, un espejismo, un sueño que no se repite TODAS las semanas.
¿Y qué me dicen de este otro ejemplo? Está lloviendo (como pasa el 90% del tiempo acá en Vancouver), hace frío, has tenido un largo día de trabajo, estás cansada, con hambre y sin ganas de hablar, menos con extraños. Entonces aparece el clásico canadiense parlanchín en cualquiera de sus versiones (jubilado/a, oficinista, mamá con niños gritones, hippie, homeless, etc. etc.) y, junto con preguntarte si llevas mucho rato esperando el bus, se lanzan a conversar, sin invitación mediante:
-“Llueve fuerte, no?”
- “Ajá.” (Más que contestar asiento con la cabeza, para demostrar con mi lenguaje no verbal que no me interesa seguir la conversación. Pero me va mal, porque el/la parlanchín/a sigue)
- “Pero si no fuera por esta lluvia no tendríamos la maravillosa vegetación que tenemos y todos estos parques y áreas verdes,” agrega el/la “dulce” canadiense.
- “Ajá,” respondo a manera de contestación, aunque lo que en realidad quiero decirle a ese insoportablemente positivo individuo es que, si no fuera por esa lluvia, no estaríamos semi-empapados, ni muertos de frío en el paradero del autobús. Que si no fuera por esa lluvia, en lugar de estar ahí, me habría ido a la playa a ver la puesta de sol o a un bar, a disfrutar de una cerveza o de un café al aire libre. Que si no fuera por esa lluvia, Vancouver sería una ciudad más viva, en la cual la gente saldría más de noche y en la que se organizarían más actividades y festivales al aire libre, sin temor a resultar anegados, y que las autoridades locales no tendrían que invertir millones en una campaña de marketing para levantar la imagen de un “Funcouver” inexistente. Pero me reprimo, porque también, por culpa de ellos, he aprendido a ser polite.
Sí, los canadienses no sólo son dulces, sino también polite. Muy, pero muy demasiado polite (¡Dios, qué combinación!). Imagínense que estornudan y te piden disculpas, como si uno estornudara a propósito, por joder a las personas que te rodean o como si fuese algo fácilmente evitable. Te creo si no te alcanzas a cubrir con un pañuelo o no desvías la cara y arrojas los gérmenes y gotas de saliva en la cara de la otra persona (¡guácala!). Pero no. Aquí hasta el estornudo más recatado y cubierto de pañuelos es seguido de un “Excuse me!”
Pero yo me cansé de ser dulce y polite. Y así fue como esta mañana le dije “No thank you” a la viejita que, tras haberme dado una lata de 10 minutos o más en el paradero, me ofreció sentarme a su lado para continuar la charla. “No thank you,” le dije y seguí con la frente en alto hasta el fondo del bus, donde nadie pudiera desearme un “Feliz Lunes” o me pidiera perdón por estornudar a 200 metros de mí… Sorry about that.
Pero los canadienses me ganaron…y me cansaron también. Es que hasta el dulce más exquisito puede resultar repugnante si se te pasa la mano. O sea, ¿quién, pero QUIEN, aparte de los canadienses mismos, puede osar desearte un “Happy Monday”? Esa es la incoherencia más grande que he escuchado en mi vida. ¿Cómo pueden utilizar dos palabras que son mutuamente excluyentes? “Feliz lunes,” ja! Sólo si fuera un lunes feriado o un lunes de vacaciones, pero ni aún así, porque sabría que se trata de una ilusión, un espejismo, un sueño que no se repite TODAS las semanas.
¿Y qué me dicen de este otro ejemplo? Está lloviendo (como pasa el 90% del tiempo acá en Vancouver), hace frío, has tenido un largo día de trabajo, estás cansada, con hambre y sin ganas de hablar, menos con extraños. Entonces aparece el clásico canadiense parlanchín en cualquiera de sus versiones (jubilado/a, oficinista, mamá con niños gritones, hippie, homeless, etc. etc.) y, junto con preguntarte si llevas mucho rato esperando el bus, se lanzan a conversar, sin invitación mediante:
-“Llueve fuerte, no?”
- “Ajá.” (Más que contestar asiento con la cabeza, para demostrar con mi lenguaje no verbal que no me interesa seguir la conversación. Pero me va mal, porque el/la parlanchín/a sigue)
- “Pero si no fuera por esta lluvia no tendríamos la maravillosa vegetación que tenemos y todos estos parques y áreas verdes,” agrega el/la “dulce” canadiense.
- “Ajá,” respondo a manera de contestación, aunque lo que en realidad quiero decirle a ese insoportablemente positivo individuo es que, si no fuera por esa lluvia, no estaríamos semi-empapados, ni muertos de frío en el paradero del autobús. Que si no fuera por esa lluvia, en lugar de estar ahí, me habría ido a la playa a ver la puesta de sol o a un bar, a disfrutar de una cerveza o de un café al aire libre. Que si no fuera por esa lluvia, Vancouver sería una ciudad más viva, en la cual la gente saldría más de noche y en la que se organizarían más actividades y festivales al aire libre, sin temor a resultar anegados, y que las autoridades locales no tendrían que invertir millones en una campaña de marketing para levantar la imagen de un “Funcouver” inexistente. Pero me reprimo, porque también, por culpa de ellos, he aprendido a ser polite.
Sí, los canadienses no sólo son dulces, sino también polite. Muy, pero muy demasiado polite (¡Dios, qué combinación!). Imagínense que estornudan y te piden disculpas, como si uno estornudara a propósito, por joder a las personas que te rodean o como si fuese algo fácilmente evitable. Te creo si no te alcanzas a cubrir con un pañuelo o no desvías la cara y arrojas los gérmenes y gotas de saliva en la cara de la otra persona (¡guácala!). Pero no. Aquí hasta el estornudo más recatado y cubierto de pañuelos es seguido de un “Excuse me!”
Pero yo me cansé de ser dulce y polite. Y así fue como esta mañana le dije “No thank you” a la viejita que, tras haberme dado una lata de 10 minutos o más en el paradero, me ofreció sentarme a su lado para continuar la charla. “No thank you,” le dije y seguí con la frente en alto hasta el fondo del bus, donde nadie pudiera desearme un “Feliz Lunes” o me pidiera perdón por estornudar a 200 metros de mí… Sorry about that.
16 Comments:
Mi querida Ceci:
Lamento decirle que, por mas que trate, no puede evitar ser dulce. A veces sabe a chocolate bitter, pero la mayoria del tiempo es simplemente duuuuulce.
Sorry about that!
¿Pondrán fluoxetina en el agua? Porque, de ser así, me tomo el primer vuelo al Vancouver!
Esto me recuerda mi primer viaje a Estados Unidos. No sólo el oficial de aduana me dio la bienvenida al país cuando me timbró al pasaporte sino que, cuando caminaba hacia el avión un gringo del aeropuerto se ofreció para llevar mis bolsos y me dice "¡Es navidad! Es la época para ser amables". ¿Qué tal?
Ufff, yo soy dulce, polite y parlanchina. Definitivamente me estoy perdiendo en Chile... Tienes que encabezar una campaña para que me nombren ciudadana canadiense...
(Mi blog está caído, pero sigo viva...)
Cariños y "excuse me" por visitarla...
dulce.... mmhh...
raro concepto...
yo no soy dulce.. pero de ahí a amarga... pues tampoco... difícil, no?
un beso querida, uno grande y meloso.. (bien dulce)
Hola
jajajjajajajjajajajjaja
oye que me reí!!!!!! a mí me encantaría ser ducle, o procuro sero (pero me toma trabajo) y polite... no mucho parece porque como digo con argumentos eso pasa a ser como desubicado oimpolite en un mundo donde hay tributro a la opinología... Igual con lluvia y todo, a mí me encatóoooooo Vancoouver, top ese city. Si yo manejara un inglés más sólido, pues me iría acompañarte.
Besos desde lo no dulce e impolite del fin del mundo (te lo digo en concreto: hoy hubo protesta de camioneros en Valpo, nada de dulce, lleno, pero lleno d ebocinazos e improperios verbales y guanaco en las calles... nada de polite; no puedo creer que prefieras a esto a un happy mondey y a la viejita en el paradero de autobus que pasa a la hora...).
cariños
k
¿Quién dijo que prefiero Chile (específicamente la zona central) con su smog, protestas y problemas? Nada más que a veces me canso de tanto positivismo y me pregunto hasta qué punto es sincero y no hipocresía.
En tanto, comenzaré mi campaña para auspiciar la inmigración de muchas amigas chilenas, especialmente de las que visitan este humilde blog ;-)
Te entiendo perfectamente! Tengo un amigo que no es canadiense pero que es extremadamente educado. Llevo años conociéndolo y siempre me saluda con "Buenos Días", "Buenas Tardes" o "Buenas Noches" como si fueramos dos desconocidos. Luego, cuando le preguntas que cómo le va, él te contesta que "¡Muy bien! Gracias a Dios!", aunque en realidad no le vaya tan bien. Si le dices cualquier cosa, así sea algo tan simple como que te dió sed y tomaste agua, él te felicita por eso o te dice: "¡Oye, qué bueno! ¡Me alegro mucho por tí!". Tanta amabilidad empalaga, y te hace preguntarte hasta qué punto es amabilidad y hasta cuál hipocresia.
Un abrazo y "Happy Monday"!.
No a lugar.
Protesta denegada.
Siempre es mejor ser dulce y polite. Te demoras lo mismo en ser agrio que contestar bien. Entiendo los extremos, pero siempre una sonrisa arregla todo.
Una vez me vine desde JFK en NY hasta Santiago, (12 horas) y un gringo al lado me habó TODO el tiempo de su negocio de sparragus en Chile, con un terrible acento texano y su cercano aliento a whiskey -una combinación de esas-. Era imposible dormir, abría un ojo y él seguía hablando, finalmente, e incapaz de cambiarle el subject, opté por preguntar datos y cosas largas de contestar, y así pude dormir a ratos.
Ça va. Gracias por pasar por mi casa a la fiesta del cumple.
Beso cariñoso.
R.
Ceciiiiiiii
Parece que son muchas cosas en común... ¡a mí por qué siempre me tienen que hablar en la micro o donde sea! Lo que me pone bien es que se ve que no doy miedo jeje pero uf, a uno como que ya se le acaban las ganas de ser polite jijij
Ah, y con los lunes ¿seré la única persona en el mundo que no los odia?
¡Muuchos saludos y gracias por visitarme!
Perseguir es perseverar
en el intento de que
la búsqueda me alcance
aunque sea una sirena.
Cecy: me reí demasiado con tu post. Al principio cuesta entender que se disculpen por todo, que todo deba ser tan pulcrito y cuidado, todo perfecto...pero bueno, donde fueses, has lo ke vieses. Y lo de polite...cuando te den ganas. Cariños
Gloria (de regreso en Concepción)
Si ya te molesta que los canadienses sean hipocritas de tan polite que son y de que la gente trata de ser tan simpática y amable, entonces estás lista para venirte a Alemania por un largo tiempo .....
Sí René, ya estoy lista…Pero como Alemania la conocí de vacaciones y, más encima, en período de carnaval, mis recuerdos son igual de dulces ;-)
Espero no parecer muy dulce si te agradezco la visita. ojalá te haya gustado mi casa, eres bienvenida cuando quieras. me quedaré un rato aquí, leyendo, mirando.
Keep in touch.
navegando sin timón me encontré con tu blog y me encantó tu pluma. Yo ahora estoy en Texas y entiendo perfectamente lo que queires decir, agregándo el hecho de estar cruzado en un lugar donde viven e interactúan dos culturas (estoy en la frontera con México), una, con el conservadurismo recalcitrante que hace ver a Ratzinger como un progresista, y otra mexicana con toda su historia de derrotas frente a su vecino del norte. En realidad no sé lo que quiero decir, pero si sé que me gustó tu blog
chil-tex
Chil-Tex:
Vuelve cuantas veces quieras y mil gracias por tus palabras.
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