Si les contara…
Nadie, de seguro que nadie me creería. Bueno, tal vez mi hermana, quien ha sido testigo de la inmensa buena suerte que me ha acompañado casi toda la vida. Desde esa vez, cuando a los cinco años llené una cartilla de Polla Gol y me gané el premio máximo (muchos millones de pesos). Bueno, en realidad no lo gané, pues lamentablemente mi papá no jugó mi boleto. “Es sólo una niña y de fútbol no sabe nada,” pensó y tenía razón, salvo que igual le achunté a todos los resultados. O cuando me gané 2 pasajes ida y vuelta a Miami y los cambié por mi pasaje Santiago-Vancouver-Santiago, sin problemas.
Pero ahora ya es mucho... hasta me da un poco de miedo. En lo poquito que va del año me han pasado cosas tan increíbles, que hasta estoy empezando a creer en la suerte. Sí, porque –paradójicamente (o quizás no tanto)- nunca he creído en este concepto, tal como se le acepta comúnmente. Más bien sostengo que si te esfuerzas y sabes hacer lo justo en el momento preciso, entonces el abanico de oportunidades que se te pueden presentar en la vida se abre enormemente.
Pero, por mucho que uno quiera y se esfuerce, no se puede lograr que te pasen cosas como ganarte el primer premio en un sorteo; encontrarte un billete de 20 dólares en el paradero de bus justo el día en que se te había quedado la billetera en casa; estar en la cola del cine, que se caiga el sistema y anuncien que por la demora e inconvenientes puedes entrar gratis; ayudarle a una señora de edad con sus bolsas del supermercado y, tal cuento de hadas, descubrir que esa “viejita” es ni más ni menos que... bueno, no cuento más, porque –literalmente- parece cuento.
Me he sorprendido preguntándome “¿Por qué yo de nuevo?” Hay tanta gente que se merece una cuota de fortuna, que siento que no está bien que yo la esté acaparando toda. Me encantaría contarles los detalles de lo que me ha pasado, pero es demasiado de película hollywoodense con final feliz. Así es que mejor me limito a compartir esta alegría, con la esperanza de que se les contagie un poco de (¡no toda!)mi buena suerte.
Pero ahora ya es mucho... hasta me da un poco de miedo. En lo poquito que va del año me han pasado cosas tan increíbles, que hasta estoy empezando a creer en la suerte. Sí, porque –paradójicamente (o quizás no tanto)- nunca he creído en este concepto, tal como se le acepta comúnmente. Más bien sostengo que si te esfuerzas y sabes hacer lo justo en el momento preciso, entonces el abanico de oportunidades que se te pueden presentar en la vida se abre enormemente.
Pero, por mucho que uno quiera y se esfuerce, no se puede lograr que te pasen cosas como ganarte el primer premio en un sorteo; encontrarte un billete de 20 dólares en el paradero de bus justo el día en que se te había quedado la billetera en casa; estar en la cola del cine, que se caiga el sistema y anuncien que por la demora e inconvenientes puedes entrar gratis; ayudarle a una señora de edad con sus bolsas del supermercado y, tal cuento de hadas, descubrir que esa “viejita” es ni más ni menos que... bueno, no cuento más, porque –literalmente- parece cuento.
Me he sorprendido preguntándome “¿Por qué yo de nuevo?” Hay tanta gente que se merece una cuota de fortuna, que siento que no está bien que yo la esté acaparando toda. Me encantaría contarles los detalles de lo que me ha pasado, pero es demasiado de película hollywoodense con final feliz. Así es que mejor me limito a compartir esta alegría, con la esperanza de que se les contagie un poco de (¡no toda!)mi buena suerte.
1 Comments:
Que cuente, que cuente !!!!
Lorena
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