Capítulo de hoy: Recuerdos
El aniversario de sus padres, el cambio de casa inminente y, sobre todo, el hecho de tener que reevaluar sus planes de corto y largo plazo, gatillaron en P emociones encontradas. En cosa de segundos, se encontró tratando de recordar desde cuándo todos la consideraban una persona “fuerte.” Y, casi sin darse cuenta, P comenzó a pensar en su hermana.
Cuando eran pequeñas, todos veían a Angela como la más débil de las dos hermanas Jamasmie. No sólo porque Angela era la menor y la más delgadita (parecía que un viento muy fuerte la podía hacer volar), sino también porque era –aparentemente- la más tímida: lloraba cada mañana en la puerta del colegio, antes de entrar, porque quería volverse a casa; en los recreos sólo se juntaba con su hermana mayor; si tenía que hacer un llamado telefónico, le pedía a su mamá o a P que preguntaran por la compañerita y le pasaran el teléfono sólo cuando no hubiese riesgo de tener que hablar con nadie más.
Mientras P leía libros, Angela jugaba a las muñecas. Mientras P hablaba por teléfono y con los vecinos, Angela se limitaba a observar a quienes la rodeaban, en silencio.
Siempre juntas
Sí, todos creían que Angela era la más débil, pero estaban muy equivocados. La diferencia era que P disimulaba muy bien. Nadie supo nunca, por ejemplo, que mientras Angela confesaba tenerle miedo a los “curaos” (borrachos que se duermen en la calle), P temía que se le apareciera alguno de sus parientes muertos. Que mientras Angela no quería quedarse sola en casa por temor a posibles asaltantes, P no se atrevía ni siquiera a entrar sola al baño, porque tenía la “corazonada” de que “ahora sí que los extraterrestres que la vigilaban todo el tiempo iban a establecer contacto con ella.” Que si P dejaba que su hermana se sentara primero en el sillón del dentista, era sólo para ver si dolía mucho o no. Tampoco sabían que, cuando las sorprendían haciendo alguna maldad o travesura -casi siempre idea de P- esta última corría a esconderse y llorar, como anticipando el dolor de un posible golpe o reprimenda, mientras que Angela se quedaba en el lugar de los hechos, enfrentando la situación y, de paso, gritándole a su hermana que no se preocupara, que ella la iba a defender ... siempre.
No, eso no lo sabían, como tampoco tenían idea de que si P no jugaba a las muñecas con Angela muy seguido era porque no soportaba los finales tristes. En los juegos de Angela, siempre habían inundaciones, muertes, gente que perdía el empleo, niños que se quedaban huérfanos, familias que vivían debajo de un puente y que no tenían qué comer, lisiados, ciegos, etc. En cambio, P prefería creer que los duendes que ella inventó que vivían bajo la palmera del patio de su escuela sí existían y que, si les daba confianza, subirían a la superficie a jugar con ella y sus compañeros de clase en los recreos.
Mientras Angela entrenaba para enfrentarse al mundo real, P vivía en una burbuja de fantasía. Una burbuja que un día explotó y la dejó parada en medio de la realidad, sin la más mínima preparación para enfrentarla.
Desde entonces, P había aprendido a puros golpes, pero siempre amortiguados por Angela. Ella le había cumplido su promesa: siempre estaba ahí para defenderla.
Continuará...
Cuando eran pequeñas, todos veían a Angela como la más débil de las dos hermanas Jamasmie. No sólo porque Angela era la menor y la más delgadita (parecía que un viento muy fuerte la podía hacer volar), sino también porque era –aparentemente- la más tímida: lloraba cada mañana en la puerta del colegio, antes de entrar, porque quería volverse a casa; en los recreos sólo se juntaba con su hermana mayor; si tenía que hacer un llamado telefónico, le pedía a su mamá o a P que preguntaran por la compañerita y le pasaran el teléfono sólo cuando no hubiese riesgo de tener que hablar con nadie más.
Mientras P leía libros, Angela jugaba a las muñecas. Mientras P hablaba por teléfono y con los vecinos, Angela se limitaba a observar a quienes la rodeaban, en silencio.
Siempre juntas
Sí, todos creían que Angela era la más débil, pero estaban muy equivocados. La diferencia era que P disimulaba muy bien. Nadie supo nunca, por ejemplo, que mientras Angela confesaba tenerle miedo a los “curaos” (borrachos que se duermen en la calle), P temía que se le apareciera alguno de sus parientes muertos. Que mientras Angela no quería quedarse sola en casa por temor a posibles asaltantes, P no se atrevía ni siquiera a entrar sola al baño, porque tenía la “corazonada” de que “ahora sí que los extraterrestres que la vigilaban todo el tiempo iban a establecer contacto con ella.” Que si P dejaba que su hermana se sentara primero en el sillón del dentista, era sólo para ver si dolía mucho o no. Tampoco sabían que, cuando las sorprendían haciendo alguna maldad o travesura -casi siempre idea de P- esta última corría a esconderse y llorar, como anticipando el dolor de un posible golpe o reprimenda, mientras que Angela se quedaba en el lugar de los hechos, enfrentando la situación y, de paso, gritándole a su hermana que no se preocupara, que ella la iba a defender ... siempre.
No, eso no lo sabían, como tampoco tenían idea de que si P no jugaba a las muñecas con Angela muy seguido era porque no soportaba los finales tristes. En los juegos de Angela, siempre habían inundaciones, muertes, gente que perdía el empleo, niños que se quedaban huérfanos, familias que vivían debajo de un puente y que no tenían qué comer, lisiados, ciegos, etc. En cambio, P prefería creer que los duendes que ella inventó que vivían bajo la palmera del patio de su escuela sí existían y que, si les daba confianza, subirían a la superficie a jugar con ella y sus compañeros de clase en los recreos.
Mientras Angela entrenaba para enfrentarse al mundo real, P vivía en una burbuja de fantasía. Una burbuja que un día explotó y la dejó parada en medio de la realidad, sin la más mínima preparación para enfrentarla.
Desde entonces, P había aprendido a puros golpes, pero siempre amortiguados por Angela. Ella le había cumplido su promesa: siempre estaba ahí para defenderla.
Continuará...
1 Comments:
Que envidia, yo con mis hermanos lo unico que tenemos en comun es el apellido
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