Cyberceci in Vancouverland

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Location: Vancouver, British Columbia, Canada

I studied Journalism in Chile and have a Master of Journalism at The University of British Columbia (UBC), Canada. My dream? To be the first correspondent on the moon, where I plan to go as soon as I can.

Sunday, November 28, 2004

Hablando en chileno

Mientras más tiempo comparto con amigos latinos, más risa me da darme cuenta la forma, digamos “especial” en que hablamos los chilenos. Cierto es que novelamos menos mal de lo que se dice en los círculos de la crítica hermética, y no va siendo menos verdad que jugamos con las palabras con cierta gracia natural. Esta característica asoma cuando ganamos en el fútbol o se aproxima un día de celebración, conmemoración o recuerdo (elija el término apropiado según su empatía: no hay acuerdo posible entre nosotros).

Otra manera de ser chileno es “vibrar” y “temblar” cuando de emociones se trata. Entonces decimos lo que sentimos en un español rimbombante y facundo. Un fetichismo retórico recorre nuestra sangre y nos azotan vientos expresionistas, arquitecturas espontáneas del decir, y en alas de una vocación poético delirante nos convertimos en hijos de Góngora, hablando la lengua en un dialecto incomprensible. No tengo explicación de por qué nos ocurre tal entusiasmo enajenado, pero no decimos las cosas por su nombre y muchos creen alhajar la lengua utilizando las palabras más feas que ofrece el español.


Por ahí leí que Keyserling se fue de Chile diciendo que amábamos lo feo. Y cuando leo palabras como "nosocomio", términos tales como "flujo vehicular" y otros primores periodísticos, pienso que el conde tenía algo de razón. Pero hay cosas peores. Como lo que me cuenta mi hermana: que ayer no más un carabinero explicó por televisión que "el accidente ocurrió cuando el occiso se puso de pie junto a la quebrada y cayó". Se veía contento. Le corría el sudor por el rostro, se le notaba el esfuerzo al amigo en mi camino. Entenderle, bueno, no exageremos, pero el telespectador chileno comprendía que el carabinero no quiso decir lo que había dicho porque de haberse puesto de pie el muerto, hablaríamos de resurrección. Decía lo contrario y todos entendimos. Es hábito chileno del Manual de Carreño arreglar en la cabeza los dichos del prójimo.

Por ello creo que el estrés de la población no sólo es culpa de la movilización colectiva, la hepatitis, los asaltos, el precio de la bencina y otros inconvenientes. Mucho se debe a la traducción sistemática a que nos obliga nuestra habla imperfecta. El chileno engulle términos que luego lanza muy suelto de cuerpo. Esto, por cierto, proviene de la no lectura y de una sorprendente capacidad de “choro” y para repetir sin comprender lo que le suena bien.

Además de poseer una memoria extraordinaria, el chileno adivina la lengua. La arma a su manera. Multitudes "dentran", encienden la "chimenea", "embriagan" con el embrague, que con el vino no me meto, se ponen "la chaleca", "destornudan" y una mujer casi me mata al contarme que en su población todos andaban mal por el asunto del suicidio, "todos andan detrás del suicidio para conseguir la casa propia", me explicó. Una niñita, en el policlínico, al ver a la enfermera jeringa en mano: "¿Me van a hacer un examen de harina?"

Así las cosas, leo a José Joaquín Vallejo y casi lo escucho como si estuviera a mi lado. "Es cierto que la Europa tiene lindezas y milagros que nos llaman. Vámonos allá antes que la vejez nos eche sus grillos". En otra cuenta que ha "ferrocarrileado". En un artículo enviado desde Copiapó expone su teoría de los Huevos de Ley, que no son otra cosa que las leyes que proponen los señores diputados en el hemiciclo y luego se olvidan de empollar. Propone tener unos cuantos diputados cluecos, a los que se obligue a empollar las leyes que otros van depositando a lo largo del período legislativo. Servirían por turno. Es una idea.

En 1850, un 21 de abril, le escribe a Manuel Antonio Tocornal:

"Querido amigo: Al fin el diablo cargó conmigo. Jotabeche se casa con su sobrina Zoila, si el obispo de La Serena les perdona el ser uno hijo y la otra nieta del viejo más querido que tengo en el cielo.

Pasaré con mi mujer en Santiago todo el período legislativo con menos frío que el invierno anterior
".

Y se despide "Tu Vallejo".

Esta liviandad de escritura, el aire provinciano y socarrón, el ingenio al servicio de una comunicación verdadera y llana es lo que salva a José Joaquín Vallejo de la necedad y la cursilería.

Pero abramos el hoyo de ozono un poco más. Este país nada de tonto de pronto se nos está llenando de una lengua de utilería, de un cursilismo a toda prueba, de una terrible falta de imaginación.

Sospecho que haberle cargado tanto la mano en la divulgación de noticias a los políticos y las estrellas (no precisamente del cielo), es la causa de este torbellino caótico. Los políticos actuales, con prudentes excepciones, hablan mal. Las estrellitas no hablan, aunque, como dice la juventud "se la creen". El país observa en estado letárgico edematoso la carga de tontería que le infligen los "medios de comunicación" y, como ya estamos a fin de año, los adolescentes se preparan para dar una prueba que no saben en qué consiste sobre sus conocimientos quiméricos.

¿Y qué fue? Así nos veo. ¿Cachai?

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Ceci,

Veo que lo aguda no te lo quita nadie.

Me encanta leer tu blog. Aunque preferiria que contestaras los e-mail.

Un abrazo

Ale

2:58 p.m.  

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